El viaje
Creo que ya había dicho que desde hace muchos años para mi viajar se convierte algo así como en un placer amargo. Me encanta viajar y ver cosas nuevas , me encanta ver caras nuevas, me gustan los aeropuertos llenos de gente, de maletas, el movimiento del ir y el venir, un poco de ansiedad mezclado con un poco de ilusión. Me gusta salir a la calle y ver a la gente, supongo que es por estar tantos años metida en casa, pero a los que salís mucho, si hacéis la prueba y os quedáis unos cuantos días sin salir, creo que os provocará una sensación parecida a la mía.
Bueno, pues allí estábamos, en el aeropuerto, otra vez cogiendo un vuelo. Yo no he viajado en avión hasta hace pocos años, cuando el precio de los billetes ha bajado a un precio que yo considero moderado. Y menos mal, porque ahora me mareo muchísimo en tren y en autobús, y no es un mareo estomacal. Cuando acaba el viaje , me siento literalmente como si me hubiesen batido los sesos. Con el avión no me pasa eso, pero también me agota. No creo que pudiese soportar un viaje en avión de 4 horas, así que nada de atravesar el Atlántico. Nada de ver las costas doradas de Brasil y nada de viajar a Japón.
Lo que más me gusta es el despegue, casi parece que yo también cojo impulso para despegar. Y luego no me gusta nada más. Bueno sí, las revistas “de gratis” que siempre me llevo. Pero me fastidia que no me quepan las piernas, y si al menos cojo pasillo, puedo sacarlas un rato, hasta que va alguien a mear y se tropieza con ellas.
Pensando otra vez en lo de los vuelos baratos, mi ideal sería hacerme toda Europa volando por 4 duros, aunque sólo de pensar los dolores de cabeza que me da buscar un vuelo tirado de precio.... será mejor que deje la idea a un lado. Además lo que me cuesta en realidad es coger el tren o el bus desde el aeropuerto hacia la ciudad a donde vayamos, que ese es otro viaje más para mi.
El tema es que el vuelo de Bilbao a Barcelona fue muy bien. Luego teníamos que ir a un hotel que estaba al lado de la playa. El hotel también era muy barato porque habíamos pillado un bonotel y nos salió por 50 euros. Tenía 4 estrellas, pero yo de esto de las estrellas ya no me fío. Además los pasillos olían raros, como a zotal. Eso sí, como prometía, estaba al lado de la playa. Pero cuando llegamos empezó a caer una tormenta de tres pares de narices, así que a la mierda la idea de ir a la playa. Yo creo que lo mejor del hotel fue el descubrimiento del baño. Se colaron y nos dieron una habitación para minusválidos, para minusválidos de silla de ruedas. Y entonces la ducha no tenía plato y se empapaba todo cuando te duchabas. Pero lo mejor sin duda fue el anexo que había a la taza de water o “bater” (esta palabra también se la hemos robado a los hijos de la gran bretaña no?)
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